Entrevista a Raúl García Pascual: «Incluso con una inflación tan grande, el IPC de los alimentos es aquí más bajo»

Raúl García Pascual (Tenerife, 1971) preside la Asociación Industrial de Canarias (Asinca) desde el último verano. Es su segundo mandato al frente de la patronal del sector secundario, golpeado con saña por la crisis de la covid y, sin tiempo para recuperarse, también por una inflación galopante que lo ha puesto contra las cuerdas. García reivindica el papel clave de la industria local para no quedar a expensas de las multinacionales.

La industria, como el resto de actividades excepto la construcción, no ha recuperado aún el número de empresas de antes de la pandemia. Y luego vino la inflación. Son malos tiempos.

2022 ha sido un año de prolongación de ese período complicado que veníamos arrastrando. Ya a comienzos de 2021 notamos un incremento rápido e imprevisto de los precios de las materias primas, la energía, los fletes... Una coyuntura mundial que tiene una repercusión aún mayor en la industria canaria por sus circunstancias particulares: la insularidad, la lejanía, el fraccionamiento de su mercado... No es que ya no tengamos un volumen de negocio como el que veníamos teniendo, sino que, además, la rentabilidad también se ha visto alterada.

Ya antes de la ola inflacionaria, España pagaba una de las facturas eléctricas más altas de Europa, y a su vez Canarias pagaba una de las más altas de España. ¿Cuánto se le han disparado los costes a una industria canaria tipo desde aquel primer trimestre de 2021 en el que comenzó la crisis de precios?

Depende del tipo de industria, pero el coste de la energía perfectamente ha podido triplicarse. Vamos, que se paga el triple por la electricidad. Las industrias, y en particular las canarias, están muy comprometidas con el medio ambiente y la sostenibilidad, y, por tanto, adoptamos una serie de medidas para disminuir las emisiones, el consumo de energía y la huella de carbono. Dicho esto, las industrias tienen que funcionar, hay que poner en marcha una máquina, un motor o una instalación, y esto se hace, claro, en el horario en que nuestros trabajadores vienen a la empresa, de modo que si ese horario coincide con el período con la electricidad más cara, no podemos parar las máquinas. Por eso la electricidad se ha encarecido en algunas actividades hasta triplicarse. Y también los combustibles, y aquí hay que tener en cuenta que las industrias de nuestra región difícilmente tienen acceso al gas natural o a otro tipo de combustible distinto del fuel o del diésel, lo que nos resta competitividad.

Vamos, que el sector secundario ha sufrido la tormenta perfecta.

Justo, la tormenta perfecta. Le pongo un ejemplo de la industria agroalimentaria, en concreto de la producción de pan y de la producción de carne o de leche, en este último caso por lo que se ha encarecido la alimentación de los animales. Se trata de los cereales, cuyo precio se incrementó un 250% de manera repentina. Los operadores de la cadena alimentaria tienen dificultades para trasladar ese incremento tan elevado. Así que se ha intentado contener y esperar que haya cierta relajación en la subida de los precios, lo que ha ido contra la rentabilidad de toda la cadena, empezando por el ganadero, siguiendo por el industrial y terminando por el distribuidor, por el comercio. Porque si los cereales han subido hasta un 250%, eso es lo que deberían haber subido la harina o el pan, y obviamente no ha sido así.

Ya tenemos en España el llamado impuesto al plástico. Ese impuesto dictado por Bruselas pero que Estados miembros como Italia han suspendido para no menoscabar su economía. Nadie discute la necesidad de caminar hacia la sostenibilidad, pero ¿comparte la crítica de que en ocasiones las priman sobre la economía, el tejido productivo, el empleo y, en última instancia, las personas? ¿Acaso pecan Europa, España y Canarias de querer recorrer a toda prisa lo que no se ha recorrido en décadas?

Esa lectura es acertada. Vamos a ver: el impuesto al plástico en la industria alimentaria tiene una finalidad recaudatoria. No se persigue ser más sostenibles, ¡porque ya lo somos! Estoy de acuerdo en que se está queriendo ir más rápido de lo que se puede. Ocurre que España, como bien ha dicho usted, quiere ir más allá de la Unión Europea, y esto es tremendamente peligroso, porque perdemos competitividad. Si en España y en Canarias aplicamos unas normas más restrictivas que las de otros territorios, pues esos territorios serán más competitivos. Por otro lado, tal vez haya que ser más pedagógico para trasladar que el impuesto al plástico no lo van a pagar las empresas, no no, lo van a pagar los consumidores. Parece mentira que se hable tanto de tributos como el AIEM pero no de un impuesto que supone gravar con 45 céntimos cada kilo de plástico y cuyo coste se trasladará al consumidor, ya que va a incrementar el precio de los productos envasados con ese material.

Esa competitividad que se pierde con el impuesto al plástico es la misma competitividad que se promueve con el Régimen Económico y Fiscal (REF), de modo que la empresa canaria esté en igualdad de condiciones con la empresa del resto de la UE, o lo más cerca posible. Y parte del REF es el Arbitrio sobre Importaciones y Entregas de Mercancías, el AIEM que usted citaba y que está ahora en discusión en determinados ámbitos como culpable de un mayor encarecimiento de la cesta de la compra en las Islas.

Las singularidades de Canarias como Región Ultraperiférica tienen el reconocimiento de la Unión Europea, como también las de otros territorios de otros Estados miembros. Esas singularidades son las que hacen posible un régimen específico que redunda en beneficio de toda la sociedad, porque lo que se persigue con el REF es el desarrollo de Canarias. Dentro del REF hay distintas medidas sociales, económicas, políticas o fiscales, y entre ellas, como usted ha dicho, está el AIEM. El AIEM está, por tanto, validado por Europa, y es una herramienta que también tienen otras regiones ultraperiféricas, como las francesas. Es más, la Unión Europea tiene aranceles. El arancel es una medida de política económica que se aplica en todos los territorios y mercados, no estamos hablando de un invento para perjudicar a Canarias. Se da en todos los territorios. Como le digo, Europa aplica aranceles a la importación de determinadas mercancías para proteger su producción interior.

Sin embargo, hay controversia.

Dice usted que hay cierto debate en la actualidad, pero yo más bien le diría que este debate es ya tradicional. De cuando en cuando, y por determinados intereses de algunos operadores económicos, intereses propios, personales, se saca el AIEM a la palestra. El AIEM es un arbitrio derivado de instrumentos similares que fueron reemplazándose siempre con la finalidad de favorecer el desarrollo de Canarias, de modo que no parece que pueda discutirse su validez como instrumento del REF validado por la Unión Europea. No sé, a lo mejor alguien quiere discutir el REF..., pero si discutimos el REF, perderíamos nuestros fueros históricos y estructurales. Fíjese que si quitamos el REF, a lo mejor tendríamos que pagar IVA en lugar de IGIC, y entonces sí que habría un encarecimiento y un perjuicio para el consumidor. Creo que ha habido declaraciones irresponsables de algunos agentes, irresponsables, digo, por sus incorrecciones.

¿Por ejemplo?

Mire, se ha dicho que el AIEM encarece la cesta de la compra, pero fíjese, aun con esta inflación tan grande que hemos tenido, resulta que en Canarias el IPC de los alimentos es cuatro décimas más bajo que la media nacional, luego no podemos justificar que los precios crecen más aquí, porque no es cierto. Y menos relacionarlo con el AIEM, porque el arbitrio lo tenemos desde 1978 y, en general, el IPC de los alimentos en las Islas siempre está por debajo de la media nacional. Además, el AIEM, que como arancel deja unos ingresos tributarios en Canarias, supone gravar solo el 0,8% del valor de las importaciones.

¿Solo un 0,8%?

El 0,8% del valor monetario de todas las importaciones de Canarias. Eso es lo que grava el AIEM. Pero hay un dato revelador: si hacemos un cálculo de lo que supone el AIEM para cada habitante de las Islas, resulta que no llega ni a dos cafés a la semana. Supone 1,7 euros a la semana. Frente a esto, tal vez convenga dejar claros los beneficios que reporta el AIEM.

Adelante, ¿qué beneficios le reporta el AIEM al ciudadano isleño a cambio de esos 1,7 euros semanales?

Piense que el AIEM es un instrumento que contribuye a la sostenibilidad, a esa sostenibilidad medioambiental de la que hablábamos. ¿Por qué? Porque las producciones en nuestro territorio son de kilómetro cero, su huella de carbono es mínima. Por supuesto que se importan mercancías, obviamente, pero todo lo que aquí se produce tiene ese beneficio medioambiental. Pero, además, el AIEM contribuye al cuidado de nuestro territorio, ya que permite el mantenimiento de actividades agrícolas y ganaderas y la conservación de suelo rural. A veces se olvida que el AIEM no solo compensa las producciones industriales, sino también las del sector primario. Es más, no solo protege a productos agroalimentarios, sino también a bienes intermedios y de consumo. Y recuerdo también que hay otras dimensiones de la sostenibilidad más allá de la medioambiental, como la sostenibilidad social. Las actividades agrícolas, ganaderas e industriales se traducen en empleo, y en el caso de la industria hablamos de un empleo mejor remunerado y de mayor duración y cualificación. La actividad industrial sustenta en el Archipiélago a cerca de 50.000 familias. En fin, nos cuesta entender que no haya una defensa firme y decidida por parte de los partidos políticos y por parte de agentes económicos a los que les beneficia que en Canarias haya otras actividades. Incluso un mayor apoyo de los medios de comunicación.

¿No entienden los partidos la importancia de la industria?

Este debate reciente sobre el AIEM lo inicia un partido político, y a mí me sorprende que un partido esté en contra del sostén de la economía de Canarias, en contra del desarrollo de Canarias, porque atacar el AIEM y atacar el REF es, en definitiva, estar en contra del desarrollo de Canarias. Lo que deberíamos pedir es que vengan más industrias. Los importadores que representan a empresas nacionales o multinacionales deberían pedirles que vengan aquí. Oigan, vengan ustedes a fabricar en Canarias y yo les distribuyo productos fabricados aquí, instálense o hagan alianzas con industrias ya instaladas. Esto es lo que habría que resaltar, y no renunciar a que haya industria en Canarias.

¿Ha terminado ya la escalada de precios de los alimentos?

Creemos que sí. Se llegó a máximos en materias primas y energía en el primer semestre de 2022, y en el segundo semestre ya vimos cierta relajación, incluso algunas caídas. En adelante dependerá de lo que ocurra en Ucrania. Si el conflicto bélico se mantiene como está, pues estaremos en inercia, por así decirlo, y si cesara, pues obviamente nos daría mucha más estabilidad en los precios.

¿Qué habría pasado con los precios sin industria local?

Tener industria en Canarias favorece la competencia. Sin competencia, un producto valdrá lo que se esté dispuesto a pagar, pero con competencia tenemos que mirarnos unos a otros y cobrar para mantener el empleo y, claro, para ser rentables, pero cobrar lo justo, porque esos otros también fijan sus precios. Sin industria, estaríamos en manos de multinacionales que podrían fijar precios en otro sentido, y entonces sí tendríamos en la alimentación una inflación más alta que la que tenemos, que como digo es más baja que la media.

 «Ya hay la tan mentada diversificación»

Hace años se decía que la industria debía superar el 10% del PIB, y ahora no llegamos ni al 7. Lo digo porque de sus palabras se desprende que volver a pensar en esa meta de rebasar la barrera del 10% se antoja casi imposible sin el AIEM, ¿no?

Le decía que Europa aplica aranceles para proteger su producción interior, pero es que incluso está intentando una relocalización de las industrias. Ya vimos en 2020 cómo se cerraron los mercados, cómo nos encerramos todos y cómo dependíamos de terceros países, en muchos casos lejanos, que lo primero que hacen, porque ocurrió también en Canarias, es atender la proximidad, que ya habrá tiempo para atender a Europa, y para hacerlo, además, a mayores precios. Insisto: Europa pretende una relocalización industrial, pero lo que pretendemos en las Islas es mantener nuestro sector industrial, que en aquel momento, a comienzos de 2020, tuvo que reaccionar y mantuvo el abastecimiento a los comercios, a nuestros comercios de alimentación, y que incluso readaptó sus líneas de fabricación, se reinventó, para poder suministrar productos entonces tan necesarios como geles hidroalcohólicos, mascarillas, mamparas... Todo eso fue posible gracias a que hay industria en Canarias; si no la tuviéramos, hubiéramos quedado a expensas del exterior, y le aseguro que habría habido desabastecimiento.

¿Ganaría alguien con una eventual supresión del arbitrio? Porque ya ha dejado claro que, en su opinión, Canarias saldría perdiendo, y por mucho.

Es eso, es que pidiendo la supresión del AIEM la que pierde es Canarias. Ahora bien, ¿quién puede tener intereses en que no haya AIEM? Pues aquellos que no resultan beneficiados; y quiénes no resultan beneficiados, pues aquellos importadores que representan productos que vienen de otros territorios y que lo que quieren es que dejemos de tener un beneficio en Canarias por esa medida. Pero insisto: quien sale perjudicada es Canarias, porque si dejamos de aplicar medidas que compensan nuestras singularidades, pues ya le decía, a lo mejor es que tenemos que renunciar al REF..., y así perdemos todos. En cualquier caso, si renunciáramos solo al AIEM, se dejarían de compensar esas circunstancias desfavorables de la producción canaria, podrían desaparecer actividades y empresas y, por tanto, perderíamos empleo. Y, además, tendríamos una mayor dependencia de multinacionales y no habría diversificación. De hecho ya existe esa diversificación económica de la que tanto se habla, lo que tenemos es que apoyarla y procurar que crezca. Los sucesivos Gobiernos de Canarias han defendido el AIEM, y no creo que este deba convertirse en un debate mediático por intereses partidistas. Debemos tener una visión mucho más amplia y entender que el REF y por tanto el AIEM procuran el progreso de las Islas. Es una incongruencia defender unas cosas y atacar otras.

¿Se imagina una Canarias con un 15% de PIB industrial?

Sería formidable, imagine todo el empleo que se generaría. Serían 125.000 trabajadores a los que habría que sumar todo el empleo indirecto. Y aprovecho su pregunta para dejar claro que la industria canaria es muy competitiva, y es muy competitiva por las medidas compensatorias, sí, pero ante todo es muy competitiva por méritos propios, porque hay medidas compensatorias que no se pueden aplicar para aquellos productos que son exportados, y aun así hay balanza comercial de exportación de productos industriales. Así que somos competitivos incluso para poder exportar.

Fuente: El Día 22/01/2023